¿El tiempo todo lo cura?
Parece que se está convirtiendo en una moda, la cantidad de frases positivistas, que llegan a nuestra vida. ¿Quizás pretenden darnos directrices fáciles para ser más felices? ¿Pasos para no sufrir? No voy a hurgar en este tema ya que uno de mis artículos del blog, ya trataba sobre esto, “pensamientos positivos”.
Hoy pretendo ir un poco más allá. Quiero hablar desde mi experiencia personal, no desde mi experiencia profesional, ni desde los conocimientos que me han dado mis estudios, ni de teorías, sólo desde mi más sincero “Yo”.
A pesar de las veces que había leído este verso de Pablo Neruda, cuantos años he tardado en entenderlo: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.
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¿Cuántas veces leemos frases, pensamientos, poemas… y no entendemos el significado hasta que las palabras cobran vida en nuestras experiencias?
Parece increíble que con estas pocas palabras se pueda transmitir tanto…hasta hace un tiempo no había llegado a desgranar cada una de esas sílabas, pero como dice la canción de Amazing Grace: “Era ciego más ahora veo”.
¿El tiempo lo cura todo?
Acabo de mencionar el bombardeo de “ideas simplistas que hay en la actualidad”, pero simples refranes de toda la vida, tampoco se van a librar hoy de mí… ¿Quién no ha escuchado alguna vez en forma de consuelo…”El tiempo lo cura todo”. Imagino que cuando alguien menciona esas palabras pretende crear en el otro una puerta de esperanza de que en un tiempo todo volverá a ser como antes, simplemente quizás en situaciones dolorosas los silencios para algunas personas se vuelven incómodos. Desgraciadamente, muchas veces a pesar de que la gente intenta que te sientas mejor, no siempre es así, aunque supongo que ya lo sabíais.
Pienso que este tipo de ideas o refranes populares, están creados como si todos los seres humanos estuviéramos fabricados con un mismo molde y con idénticas circunstancias, porque si así fuera, tendría sentido aplicar las mismas palabras consoladoras para todos. Pero precisamente, ¿no es esto lo que nos diferencia del resto de los seres o cosas? Somos sujetos, no objetos. Y por lo tanto somos diferentes. Y tenemos diferentes necesidades. Cada uno con sus experiencias vividas, personalidad, situaciones, etc., cada uno es único. Entonces, ¿qué hacemos?
¿Unas solas palabras pueden consolar de manera diferente a cada persona?
Podríamos abrir un debate con esta cuestión…pero no es mi intención en este artículo. No pretendo hacer paradigmas simplistas, ni frases bonitas. Pretendo expresar una idea que hace tiempo que llevo en mi interior:
¿El tiempo lo cura todo? Yo diría que no. Es evidente que hay algunas cosas o vivencias que el tiempo ayuda a curar, otras que con un poco de ayuda profesional pueden llegar a cicatrizar. Pero hay otras que desgraciadamente, va a costar más. Hay cicatrices de vivencias que el tiempo lo que hace es que aprendamos a sobrevivir con otros recursos, pero claramente no los cura. Son estas situaciones dónde es recomendable dejarse ayudar para aprender a seguir adelante, aprendiendo nuevos recursos personales.
¿Por qué escribo estas palabras? Simplemente, me apetece compartir este mensaje y apoyar a tantas y tantas personas que hemos sufrido la muerte de un ser querido.
¿Podremos volver a ser los mismos?
Algunas veces, las personas más valientes, que se atreven a abrir sus cajas de pandora me preguntan cómo se sobrevive a la muerte de uno de tus seres más queridos, cuando aún no es el momento de que ya no estén a nuestro lado, es decir no por ley de vida sino por causas catastróficas como enfermedades o accidentes. Me dicen: ¿cómo llegaste a ser la misma? y mirando a los ojos y muy a pesar de lo que me gustaría decirles, les digo que hay cosas que ni el tiempo cura, la persona que yo era entonces, ya no es la misma ni lo volverá a ser. Personalmente, he aprendido a vivir de manera diferente. Aunque ello no quiera decir que no disfrute de cosas maravillosas hoy en día. Pero no se llega a ser la misma persona. Sino diferente.
Con estas palabas no pretendo mandar un mensaje catastrofista, sino que como he mencionado anteriormente, quiero llegar al corazón las personas que están llorando las pérdidas de sus seres queridos y muchas veces se sienten “vacías” y solas al estar elaborando esa pérdida. Cuando algo así ocurre, todos pasamos por fases similares y considero que es bueno decir que debemos apoyarnos en otras personas de nuestra confianza, tal vez familiares o amigos, o tal vez profesionales. En cualquier caso, nos ayudará a seguir adelante.
En ocasiones las personas que están pasando por esta pesadilla, se preguntan sobre el hecho de cómo seguir adelante tras esa gran pérdida. Mi reflexión no es simplista ni motivadora, en este caso. En mi experiencia personal, perdí a mi madre, metafóricamente (y salvando las distancias) es cómo si hubiera perdido una de mis piernas, esa extremidad que me ayudaba a andar día a día. Y que era necesaria en mi vida. Un pilar de mi vida. Cualquiera que haya perdido a un ser querido puede entender la analogía a la que me refiero.
Así que retomando la pregunta, ¿cómo se hace para seguir adelante? No es fácil. Personalmente se puede decir que siento que me falta esa pierna de la que antes hablábamos. Con el tiempo se aprende a vivir con esa amputación. Sin esa pierna que falta. Aparentemente se anda bien, pero si te fijas ahora esa pierna es una extremidad de “madera”. Se anda, pero de manera diferente. Se vive, pero de manera diferente. Y se saborea cada instante, pero de manera distinta.
Es verdad que nunca serás la persona que eras entonces. Serás diferente, ni mejor ni peor. Mirarás las cosas desde otra perspectiva, quizás no desde la silla (acomodado), sino sobre ella. Y cuando aprendas a ver desde esta otra perspectiva, entenderás que aunque no eres la misma persona, no por ello dejarás de encontrar los recursos necesarios para llegar a tu meta. Además, verás que aún quedan cosas preciosas por vivir.
Como mencionaba el autor Tom Schulman al citar a Alfred Lord Tennyson:
“Amigos míos, aún no es tarde para hallar un nuevo mundo, mantengo el propósito de ir más allá del ocaso, es cierto, no tenemos la misma fuerza que en los viejos días, movía cielo y tierra, somos lo que somos, hombres de idéntico temple en corazones heroicos, débiles por el tiempo, pero más fuertes por voluntad para luchar, hallar, descubrir y no rendirse”.
Esto es lo que hay en mi corazón y lo que pretendo hacerte llegar si me estás leyendo. Aprende a vivir poco a poco sin esa extremidad, y disfruta de todo lo que aún está por llegar.
A ti, que me cuidas desde el cielo.