Bipolaridad tipo I: Las dos caras de la misma moneda
“Si lo intentamos, podemos fácilmente aprender a soportar la adversidad…La de los demás, quiero decir.”
Mark Twain
¡Pero qué guapa que me estoy hoy! Siento que llevo un tiempo en que nada se me resiste, me puedo comer el mundo. ¡Con todo el dinero que gané ayer en el casino, me voy a dar algún que otro capricho! -Clara hablaba en voz alta después de haber llegado del Casino a las cinco de la madrugada y haber dormido tres horas. Cogió el móvil, buscó un vuelo destino a New York que le diera tiempo a coger, se arregló y por la noche se encontraba en la gran ciudad.
¡Por fin! No sé no por dónde empezar-pensó. Bueno, un buen café y como no me hace falta ni descansar, directamente a la Quinta Avenida, allí todo está siempre abierto. Aunque siempre estoy fabulosa, vamos a comprar algunas cosillas. – Clara se encontraba en un estado, en que su mente no podía parar de pensar, estaba eufórica, ese hecho le impedía descansar. Compraba de manera compulsiva, daba igual, lo que valieran las cosas, pero tampoco le importaba, se sentía que nada podía con ella.
¡Uf! ¡Ya no me acuerdo ni en que estaba pensando comprar! ¡Ah! esta tienda me interesa. Da lo mismo, ya entro aquí mismo. Ahora que lo pienso, quizás debería parar a comer, con el cambio horario, no he comido nada, pero la verdad es que tampoco tengo hambre. No me hace falta, tal vez me compre un agua cuando pase por algún sitio. ¡Uy! esta tienda tiene pendientes preciosos.
Clara estuvo tres días recorriendo la Gran Manzana de Manhattan, solamente paró una mañana para descansar en el hotel. Posteriormente, igual que hizo en la ida, pero esta vez con un móvil nuevo, que había comprado en una conocida marca, buscó un vuelo de retorno.
Al regresar, tenía miles de mensajes de su hija Inés preguntándole dónde estaba. Al llegar a España, le expresó a su hija que no entendía porque se preocupaba por haber estado cuatro días fuera:
– Hija, faltaría más que tu madre, no pudiera salir unos días sin tener que darte explicaciones.
– Mamá me tienes muy preocupada. No entiendo cómo te puedes ir así, sin dar explicaciones, gastando estas cantidades de dinero, sin apenas comer ni descansar. Quizás no lo entiendas, pero yo tengo que cuidarte. Seguro que llevas tiempo sin tomarte las pastillas y me has estado mintiendo. ¿Otra vez tendremos que volver a lo mismo? Mamá hace dos meses que he tenido a Sara y en un descuido, no confías en mí para seguir tomándote las pastillas que te dejé pautadas.
– Pero hija, ¿acaso no me ves? ¡Estoy mejor que nunca! ¿Acaso tengo mal aspecto? ¿Tanto te cuesta entender, que a mí no me pasa nada? ¡No sé porque estáis empeñados en que me tome algo que no me deja disfrutar de la vida!
Inés se fue muy triste, esta no era la primera vez que se producía un episodio de este tipo y desgraciadamente sino se hacía algo y su madre no era consciente, no sería la última. Le dio un beso a su madre y le dijo, que si necesitaba algo, por favor la llamara y que se tomara las pastillas.
Pasaron un par de semanas y Clara continuaba subida en este estado maníaco. Su hija, estaba muy preocupada, pero por mucho que le decía Inés, nada le hacía entender que alguna cosa en su mente no estaba funcionando como debía. Y por lo tanto, no había manera de que se tomara las pastillas.
Inés, muy preocupada, habló con la Seguridad Social, pero con la epidemia del COVID-19, toda sanidad, estaba colapsada. Encima, Inés parecía tener un inicio de “Baby Blues”, con lo cual apenas tenía más fuerzas. Su hermano, se desentendía bastante del tema. De hecho, a veces, Inés tenía miedo de que Marco no hubiera heredado una predisposición genética a la enfermedad que padecía su madre y con el tiempo desarrollase la misma enfermedad que su madre, pero Marco tenía 20 años, aún era joven. Inés confiaba en que no fuera así.
Un domingo por la mañana, Inés como cada domingo la llamó para tomar un café, pero a diferencia de los otros domingos, esta vez, su madre no le contestó. Inés enseguida pensó que, a lo mejor, estaba poniendo ” su nivel de alerta”, antes de tiempo y que quizás, su madre, para variar, había cogido y se había ido a algún sitio, mientras ella, estaba allí, sufriendo. Pero pasaron un par de días y su madre, seguía sin dar señales de vida. Así, hasta 72 horas, cogió las copias de las llaves de casa de su madre, y salió sabiendo que, otra vez, algo no iba nada bien. Abrió la puerta sin titubear, sus ojos no daban crédito.
– Mamá ¿Cuántos días llevas en cama? ¿Puedes contestarme? – Los ojos de su madre apenas podían abrirse, y su boca estaba adormecida, con lo cual apenas podía hablar- Había tenido mucha suerte de que su hija la hubiera encontrado en un estado “consciente”.
Clara se había tomado un blíster entero de Plegabalina (medicamento que el traumatólogo le había recetado para aliviar el dolor neuropático periférico que sufría en el brazo desde hacía años por un accidente de coche). Uno, que ella hubiera encontrado en ese momento, luego revisando, encontró otro en la basura.
Inés se sintió muy culpable. ¿Cómo no había venido ver antes? ¡Estaba disgustada con ella misma! ¿Cómo había podido abrir su madre la caja de medicamentos? ¿Y si ella era la culpable, y se había dejado abierta la caja de medicamentos? No recordaba haberla dejado abierta… no entendía como su madre, había podido abrir la caja de los medicamentos.
Su cabeza no paraba de pensar que otra vez seguramente había bajado a las oscuridades más profundas de la depresión. Esas, que solamente las personas que sufren depresiones mayores endógenas, son capaces de entender.
” El silencio absoluto lleva a la tristeza. Es la viva imagen de la muerte”.
Jean-Jacques Rousseau
Ante tal estado, los pensamientos son batallones autodestructivos, con pensamientos de culpa infundados. La ansiedad se apodera de ti, apenas puedes respirar y bloquea todo tu ser. Todo movimiento supone un esfuerzo demasiado grande, parece que tu cuerpo esté encadenado a un peso inamovible. De repente, levantarse de la cama, lavarse los dientes, ducharse, etc. Se convierten en imposibles y te preguntas: ¿Para qué realizar ese esfuerzo? yo no tengo las fuerzas necesarias para poder hacerlo. De esta manera, los días van pasando, uno tras otro en la cama. Cada hora que pasa, es tiempo que la depresión gana y la esperanza de la vida, la pierde.
Cuando no hay ningún tipo de intervención psiquiátrica ni psicológica, el desgaste producido, produce una pérdida de perspectiva en la persona (baja cada vez más la producción de serotonina, en el caso de las depresiones endógenas y exógenas), hasta el punto que la persona se encuentra ante la pérdida no sólo de la perspectiva, sino sobretodo, de la esperanza. Desgraciadamente, siente que su vida es un paseo por el infierno del que no puede salir. Aquí es dónde está la línea crucial entre la vida y la muerte. El punto de inflexión entre la esperanza y la desesperanza y desgraciadamente, a veces gente como Clara, cuando entra en un estado de depresión mayor, consecuencia de un trastorno del estado del ánimo del que a posteriori hablaremos, optan por el suicido, como una forma equívoca de dejar de sufrir.
En el caso de Clara, el hecho de que su hija realizara el rol de cuidadora, le permitió a Inés, estar en todo momento controlada y encontrada a tiempo. En estos casos, la hizo Inés, la intervención a tiempo fue crucial:
- Estado de alerta constante (hipervigilancia)
- Llamada a la ambulancia y policía (dependiendo del de la persona) en caso de autolesiones, ideaciones suicidas o intentos de suicidio.
Inés, enseguida llamó a una ambulancia, explicando lo que le había pasado a su madre. Cuando la ambulancia llegó al hospital, le realizaron un lavado de estómago y esperaron dos días para realizar una analítica de sangre y asegurarse de que su madre había eliminado toda la medicación. Empezaron a reanudar la toma de la medicación que tomaba para su enfermedad. Ya que las analíticas, tal y como sospechaba Inés, indicaban que Clara llevaba un tiempo sin tomarlas pastillas que, para Clara, eran vitales.
¿QUÉ TRASTORNO TENIA CLARA? ¿QUE SIMPTOMATOLOGÍA PRESENTABA CLARA?
Clara presentaba un trastorno del estado del ánimo, concretamente un Trastorno Bipolar de Tipo I, solamente puede mantener a la persona estable anímicamente y frenar los episodios bruscos maníacos y depresivos, a partir de la toma de litio.
Depende en la fase en que se conozca a Clara, se podría hablar de una persona maníaca, básicamente definido como una alguien que se caracteriza tener una exaltación del estado del humor sin estar en relación con su situación vital. Provocando, una evidente desadaptación en su vida diaria. En el inicio del episodio maníaco, como hemos podido ver en el caso de Clara, éste suele ser brusco. Presenta alteraciones del sueño, donde la persona siente que no necesita mucho tiempo para descansar (hiposomnia), juntamente con cambios en su nivel de actividad o como llamamos actualmente, hiperactividad exagerada.
Los síntomas más comunes del episodio maníaco son:
- Afectación de la afectividad: estado de ánimo muy elevado y exagerado, La persona siente que puede “comerse el mundo”. En en pocas palabras, se siente pletórica, llena de energía e incansable. La autoestima puede llegar a crecer de una forma desmesurada. Suelen estar desinhibidos e inclusive pueden llegar a tener creencias totalmente delirantes incluyendo, delirios de grandeza (ideas de tener un poder especial, exagerado valor, capacidades o conocimientos superiores o inclusive de una relación especial con una divinidad o persona famosa). A pesar de todo eso, el humor no es estable, suele ser muy lábil, pasando de la alegría a la irritabilidad en cuestión de segundos.
- A nivel cognoscitivo, pueden sufrir taquipsiquia, sufriendo un aceleramiento del pensamiento y/o en casos más leves fuga de ideas. Respecto al contenido de sus pensamientos, hay un predominio muy exagerado del optimismo, con grandes capacidades imaginativas e inclusive, como hemos comentado anteriormente, ideas delirantes con mucha capacidad imaginativa.
- Su nivel de lenguaje se acelera, hasta el punto de convertiré en verborreico. Sus discursos dejan de tener coherencia estructural, no tienen contenido debido a los cambios constantes de tema, estructuras sin lógica y sin un objetivo en las conversaciones que pretenden mantener. Así que podemos concluir que juntamente con la fuga de ideas que acostumbran a tener, su discurso es desorganizado, incoherente e incomprensivo.
- Atención totalmente dispersa, sin capacidad para concentrarse.
- Desinhibición: Ésta puede ser de diferentes tipos, aunque ya sabemos que todas ellas son negativas y por tanto con consecuencias que pueden llegar a ser muy perjudiciales para la persona, caracterizado por comportamientos como la hipersexualidad, negocios demasiado arriesgados, abundantes gastos de dinero en compras, etc.
- Hiperactividad exagerada. La cuál al no tener un propósito, carece de sentido y acaba dejando a la persona con el paso del tiempo totalmente agotada, afectando a su irritabilidad emocional.
- Toda la sintomatología mencionada anteriormente tiene una afectación a nivel biológico. La constante hiperactividad provoca en sí, una falta de sueño y una falta de apetito, ya que la persona siente que no necesita las cosas básicas de cualquier ser humano, está empoderado realizando cosas más importantes. Curiosamente se acostumbra a producir:
- Resistencia al frío
- Resistencia a las enfermedades físicas
- Tensión arterial baja
- Aumento de la sudoración
- Aumento de la secreción salival
- Aumento de la secreción de cortisol a nivel cerebral
- Ausencia de la menstruación en algunos casos (si se produce durante más de tres meses seguidos, recibe el nombre de amenorrea).
- No hay consciencia de enfermedad. Desgraciadamente, al igual que otras enfermedades como la esquizofrenia, la persona no reconoce que está enferma y por tanto rechaza todo tipo de ayuda y toma de medicaciones (como en todos los casos hay excepciones).
La otra parte, que desgraciadamente se ve en Clara es la parte oscura, por decirlo de alguna manera, la parte de la Depresión Mayor Exógena. En que la persona presenta idéntica sintomatología (explicada en artículos escritos anteriormente) que la propia depresión, y suele ser de manera muy acusada, lo cual puede llegar a provocar episodios de intentos de suicidio. Como sucede en el caso de Clara.
¿QUE AFECTA A CLARA LA BIPOLARIDAD TIPO I?
Vemos hemos mencionado anteriormente en Clara, se describen dos patrones opuestos, a este trastorno del estado del ánimo se le conoce con el nombre de Trastorno Bipolar de Tipo I, el cual, en el diagnóstico diferencial, no se puede confundir con el Trastorno Bipolar Tipo II ni con una Depresión Mayor.
En este tipo de trastorno del estado del ánimo, se alternan episodios depresivos mayores con episodios maníacos.
En comparación con otros tipos de trastornos afectivos, es de los menos frecuentes, por eso, será muy importante hacer un adecuado diagnóstico diferencial (como hemos mencionado anteriormente). El patrón de cambio de ciclo es alto, provocando un desgaste emocional en los casos más graves, muy grande. En los cuáles, el índice de suicidio, desgraciadamente es alto.
¿CÓMO SE PUEDE AYUDAR A CLARA?
Los pacientes como Clara no reconocen tener una enfermedad. Por tanto, la importancia de que se tomen la medicación, es vital. Estar a su lado en ambos ciclos es muy importante, pero evidentemente, dónde su vida corre más peligro, es cuando se encuentran en la depresión mayor. El riesgo alto de suicidio siempre es el peor enemigo.
Más adelante, hablaremos del tratamiento. Debo decir, que las personas que padecen esta enfermedad, algunas de ellas no responden tan bien al tratamiento farmacológico (siempre necesario), como a los profesionales nos gustaría. Y, por tanto, el pronóstico, desgraciadamente deja un resultado digno de investigación. Ya que el 20% de los pacientes quedan crónicos (hay que decir, que es una alteración del estado de ánimo que en el 60% de los casos, según la mayoría de los estudios, no se inicia hasta los 30 años).
FARMACOLÓGICAMENTE, ¿COMO SE PUEDE AYUDAR A LAS PERSONAS COMO CLARA? ¿CÓMO ACTÚA LA MEDICACIÓN EN NUESTRO CUERPO?
Nuestro cuerpo apenas produce litio, pero se ha descubierto que en personas que sufren la enfermedad de la Bipolaridad, es altamente beneficioso. Así, en las personas que no produzcan ninguna cantidad o no lo absorban en la dieta, es necesaria su administración de forma externa. El litio se comercializa en España en forma de pastillas, bajo el nombre de Plenur se puede usar en muy bajas dosis para potenciar el efecto de algunos antidepresivos y también, principalmente como estabilizador del estado de ánimo, en el caso del Trastorno Bipolar, tanto de Tipo I como el de tipo II.
Así en el Trastorno Bipolar, el Plenur, se usará para varias cosas:
- En el Trastorno Bipolar como tratamiento de mantenimiento.
- En los Episodios Maníacos o Hipomaniacos (en los picos agudos) para evitar estas fases tan pronunciadas.
El mecanismo de acción del de litio, Plenur a día de hoy, en nuestro cuerpo, se desconoce. Lo que sí sabemos, es que se absorbe por vía oral, en forma de pastillas, se distribuye por todo nuestro organismo y se elimina, como la mayoría de medicamentos, aunque el litio sea una sal, a través de los riñones.
Está comprobado científicamente que el Plenur es un eficaz y funciona muy bien en las dosis adecuadas, en el trastorno bipolar, tanto en el de tipo I como en el de tipo II, aunque su ventana terapéutica es estrecha. Esto quiere decir, que, si realizamos mínimas variaciones de las dosis de litio, pueden provocar directamente una disminución grande en la eficacia del fármaco, sobretodo si la administración de la dosis es menor o inclusive provocar efectos secundarios dañinos graves como puede ser la intoxicación en el caso contrario (administrando más dosis).
Por este motivo, es muy importante tomar siempre la dosis recomendada por el especialista y realizar comprobaciones de los niveles de litio en sangre mediante analíticas, cada 6 meses.
Como hemos mencionado anteriormente, debemos recordar ya no tan solo que es muy importante ser muy cuidadosos en que la persona se tome cada día la cantidad de Plenur pautada por el psiquiatra (hay que recordar que no hay consciencia de enfermedad). Sino que la constatación de 4 o más episodios afectivos por año es un indicador de ciclos rápidos, lo que ya nos da un patrón de respuesta preocupante. Las personas con este tipo de patrones no responden tan efectivamente al Plenur y, por tanto, como hemos mencionado el pronóstico también es peor, tanto por el índice de suicido como de cronicidad de la enfermedad.
¿CÓMO PUEDE AYUDAR EL PSICÓLOGO?
El papel del psicólogo hará un tándem fundamental, juntamente con el del psiquiatra. La comunicación entre ambos, será fundamental para lograr los mejores recursos y objetivos. Ya no solamente para el paciente, sino para los familiares y/o cuidadores en general.
El psicólogo debe actuar bilateralmente:
Por un lado, debe ser un factor estabilizador del estado de ánimo del paciente que está sufriendo la enfermedad, intentando aumentar los factores de protección y en todo momento disminuir los factores de riesgo para los momentos de crisis. Y por encima de todo, velar en todo momento por posibles sintomatologías o signos de alarma que dejen entrever, un peligro para la salud de la propia persona o directamente por su vida.
Ante cualquier de estas situaciones (peligro por la propia vida o la de terceros) y siguiendo el Código Profesional Deontológico de los Psicólogos tal y como expresa: ” Cualquier situación que ponga en riesgo la vida del paciente o de otras personas cercanas a este (o no cercanas si el caso es grave), obligarán al psicólogo o psicoterapeuta a romper este secreto profesional, independientemente de si esto ocurre en el marco de un proceso judicial o no.”
Por otro lado, el papel del psicólogo será el de establecer un vínculo profesional con los cuidadores del paciente, asegurándose que encuentren la manera de planificarse entre ellos, para que no recaiga ( si puede ser toda la responsabilidad en una única persona), las herramientas adecuadas ya no solamente para ayudar al paciente sino a ellos mismos ( para velar por su bienestar emocional y psíquico en general), ya que son situaciones muy duras donde hay que encontrar la manera de saber cómo no agotarse en el proceso, el cual suele ser duro y en algunos casos, como hemos mencionado anteriormente, crónico.
Por tanto, conocerse a uno mismo, sus límites, los recursos que posee, cómo planificarse y cuándo su cuerpo le está diciendo que debe descansar, será vital para que el rol de cuidador no termine siendo una derivación de una problemática psicológica secundaria.
Así, a modo de resumen, todo y ser una enfermedad muy compleja, desde la perspectiva de los profesionales lo que sí sabemos que es totalmente necesario el trabajo conjunto del psiquiatra y del psicólogo como una única unidad. Siendo conocedores, que no es un proceso corto, sino que los recursos y las herramientas que ambos profesionales vayan dando a lo largo de cada paso serán básicos para trazar un camino de esperanza, por el cual sea factible el seguir caminando diariamente.
“Lo que necesitamos es reconocer las posibilidades y desafíos que ofrece el momento presente y abrazarlos con valentía, fe y esperanza.”
Thomas Merton