¿Debemos castigar a nuestros hijos?
Lidia Palacios y Tamar Araguàs proponemos el libro: “Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen.” De los autores Adele Faber y Elaine Mazlish.
Creemos que es una herramienta práctica, ayude a crianza más gratificante y con herramientas y recursos para que se pueda realizar, con la menos tensión y frustración posible.
Lejos de ser un libro denso y solamente teórico, combina teoría y práctica, mediante múltiples ejemplos de casos, herramientas para poder practicar y viñetas de dibujos.
Representa un ABC de la crianza y es por eso que no recomendamos su lectura en una sola vez, sino a tramos, buscando en el índice lo que necesitamos en cada momento, en función de nuestras necesidades, releyendo y practicando paso a paso las estrategias, sin intentar cambiarlo todo a la vez, ya que eso sería una “tormenta cerebral” tanto para los hijos como para los padres, la cual no llevaría a ningún buen destino.
Nadie nace sabiendo ser padre o madre y los mitos o patrones familiares muchas veces no son lo que queremos para la familia que hemos creado, así que, con frecuencia, nos encontramos perdidos o con dudas. Poder acudir a una buena guía de referencia, que nos ayude a entender a nuestros hijos o hijas y nos brinde estrategias efectivas, es una gran ayuda.
Y esto es lo que nos propone este libro, que dicho sea de paso, es un “bestseller”.
Siguiendo el libro mencionado os dejamos un ejemplo de ello con referencia, hasta qué punto puede ser bueno castigar o no a nuestros hijos.
“Cuando castigamos a un niño, en realidad le privamos de importantísimos procesos internos. De enfrentarse a las consecuencias de su equivocación, ya que nos anticipamos a que estas lleguen por sí solas.”
Para muchos padres, el sarcasmo, las advertencias, las amenazas, los adjetivos despectivos o los castigos han formado parte del lenguaje de sus antepasados y resulta muy difícil desprenderse, en la actualidad, de algo que hemos oído tantas veces, y hemos llegado a incorporar en nuestro lenguaje.
Los castigos muchas veces responden más a un estado de insatisfacción o frustración del padre o madre, que a una estrategia de aprendizaje real para nuestro hijo.
Cuando castigamos a un niño, en realidad la estamos privando del importantísimo proceso interno de afrontar las consecuencias de su equivocación, ya que nos estamos anticipando a que estas lleguen por sí solas y, entonces, se produzca el proceso de aprendizaje autónomo y personal.
Hay muchas estrategias alternativas al castigo y, la gran mayoría, pasan por la prevención.
Os dejamos un breve resumen de ellas:
– Valorar las decisiones que toma y hacerlo sentir útil, hacerlo partícipe a la hora de valorar las opciones en las decisiones y saber que su opinión como integrante de la familia es importante.
– Expresar lo que nos hace sentir su mala acción sin atacar el carácter del niño. Al expresar nuestras emociones delante del niño, estamos creando un “efecto espejo” que nos ayuda a que el mismo empatice con nosotros y el mismo tiempo él aprenda a expresar sus propias emociones.
– Indicarle o hacerle saber lo que nos gustaría que hiciera. Es importante expresar cuál sería el camino que nos gustaría que él emprendiera para hacer lo correcto, siempre intentando ser lo máximo de asertivos posible.
– Ofrecerle una elección entre dos o tres opciones, ante un problema, siempre darle posibles soluciones en las cuales él pueda escoger de manera resolutiva, con la cual se vaya a sentir más cómodo.
– Ser activos en la contención, acompañando al niño en su enojo o frustración. La contención implica saber manejar de manera activa la frustración del niño. Debemos actuar de la manera más adaptativa posible.
– No ahorrarle las consecuencias de sus equivocaciones, acompañándole en todo momento en su aprendizaje. Nuestro hijo debe entender que las malas acciones tienen unas consecuencias, y que estas, al igual que en la vida del adulto, son inevitables.
A modo de resumen, con este artículo, tanto Lidia como yo, pretendemos dar unas pinceladas en varias direcciones. La primera, mediante el libro recomendado, que creemos que puede ser de gran ayuda a todos los padres que tienen hijos. Y en segundo lugar, siguiendo las pautas del libro y mediante las creencias que tanto Lidia y yo tenemos después de una trayectoria profesional consolidada, es transmitir nuestra idea sobre el castigo y dar alternativas más adaptativas en las que como profesionales creemos firmemente.
Lidia Palacios
Psicóloga y terapeuta familiar, sistémica, enfoca su ayuda profesional centrándose sobre todo en aquello que origina el malestar, cómo afecta a la persona y las relaciones que tiene y a la
vez, cómo estás modulan el funcionamiento de este malestar.
“Me gusta aportar significado al malestar y herramientas para poder gestionarlo y superarlo.”
Lídia Palacios
Col. 22936