¿Metodología alternativa ante la enfermedad?
Vivimos en una sociedad a la que yo suelo llamar : “sintomática”. La sociedad sintomática muchas veces intenta hallar la cura a partir del síntoma. Entendiendo el síntoma como aquella expresión observable y objetiva y que puede medirse en la enfermedad, en lugar de buscar el porqué del problema para poder hallar la verdadera cura de lo que provoca nuestro malestar.
En busca de nuestros propios fantasmas…
Mediante el siguiente post, invito al lector a ir más allá de lo que uno ve. Encontrar aquello que realmente es fuente de malestar y dar un paso hacia algo más desconocido pero no por ello menos real. Le animo a ver lo que leerá en las siguientes líneas:
- Ejemplo de un caso clínico.
- Argumentos que inducen al porqué de ir más allá de la cura rápida e ineficaz.
- Búsqueda de un método alternativo que mediante la cura desde lo que provoca el malestar puede llevar a uno mismo a un camino de esperanza y salud basado en otras metodologías más centradas en la propia persona.
Una sociedad “sintomática”
La rama médica que gobierna nuestra cultura está enmarcada dentro de una metodología clásica.
Voy a hacer una breve aclaración…no se piense que le voy a dejar ir montones de líneas ideales para el insomnio. Más bien lo que pretendo, es abrir la mente de cada uno de los lectores, ya que para eso somos también pensadores, ¿No?
Mi objetivo mediante este post, es acercar un poco más caminos alternativos para la salud, esperanza para aquellas personas que se les etiqueta de que sólo mediante pastillas o métodos que poco tienen de “humanos” pueden sentirse mejor.
Evidentemente si sólo caminamos por donde hay pisadas…difícilmente descubriremos nuevos paisajes. Así que hoy os invito a abrir estas nuevas ventanas y observar, quizás, algo distinto y maravilloso que puede convertirse en un pequeño rayo de esperanza.
Como pacientes, infinidad de veces hemos tenido que acudir al médico por algún tipo de dolencia. Nosotros, todos preocupados, le empezamos a describir al especialista una lista interminable de síntomas. Nuestras palabras pondrán en marcha un diagnóstico médico.
Pero:
- ¿Qué es realmente el diagnóstico médico? ¿En que está basado?
- ¿Están los diagnósticos basados en la causa de la enfermedad?
- ¿Padecemos todas las personas los mismos síntomas ante una afectación?
Veamos un caso práctico:
D.M. era un paciente que vino a la consulta cuando tenía 43 años. El primer día se presentó trajeado y dejándome claro que esto del “come cocos” no iba con él.
Tras inspeccionar mi despacho, se sentó y con palabras incrédulas me dijo… “¡He probado todo tipo de dietas y mire…el nutricionista en lugar de cambiar mi dieta otra vez, me manda a un psicólogo!”
Centrémonos un poco más en la vida de este paciente. D.M tenía un alto cargo dentro de la Bolsa, cada día se veía sometido a una gran fuente de estrés durante su jornada laboral que provocaba en él momentos de ascendiente ansiedad.
D.M. era una persona cualificada para el trabajo que realizaba, pero a nivel personal, desconocía que recursos debía usar para conocerse más a sí mismo y poder detectar que es lo que le estaba sucediendo.
Toda la ansiedad que se iba acumulando a lo largo de sus horas laborales, eran mal canalizadas cuando llegaba a casa. Cuando entraba por la puerta se dirigía de manera impulsiva hacia la cocina, donde comía sin parar, hasta sentir que su malestar era “calmado”.
Las constantes ingestas abusivas de comida pasaron factura a D.M quien sentía como su malestar físico y emocional aumentaba gradualmente. Finalmente, tras la insistencia de su familia acudió a un nutricionista, el cual no dudó en hacerle una dieta bastante restrictiva. D.M. se sintió aliviado… comer de manera controlada, no podía resultar tan difícil ¿no?
Si miramos el caso de D.M con perspectiva, podemos afirmar que mediante la dieta, el síntoma (obesidad y malestar físico) se estaba tratando y D.M. parecía no tener ningún problema para seguir su tratamiento dietético en las jornadas laborales más tranquilas, pero cuando D.M había estado sometido a grandes fuentes de estrés, la dificultad para seguir la dieta se volvía un verdadero problema.
Ante esta situación, el nutricionista le animó a venir a consulta terapéutica. A través de mucho trabajo conjunto con el terapeuta, Diego pudo entender que su afán por la comida era la manera que él tenía de canalizar su malestar laboral. Las ansias de comer eran sólo la “punta del iceberg”, la sintomatología.
Diego no había aprendido a canalizar el profundo malestar que había en su interior durante su jornada y esa mala canalización, no encontrar la manera de exteriorizar todo aquello que le provocaba un alto grado de malestar tenía como resultado un alto grado de ansiedad y estrés, síntomas muy perjudiciales para la salud.
Imagino que como lectores os podéis plantear que el ejemplo es típico o inclusive poco práctico, sino nos encontramos con un problema de tipo alimentario. Pero nada más lejos de la realidad, mi intención mediante este ejemplo de caso clínico es crear un puente que una los dos paralelismos con la vida real: Canalización de las emociones y bienestar emocional.
Desafortunadamente, hay veces en las que vivir en una sociedad sometida a constantes estados de cambio, nos obliga a adoptar “estilos de vida” o “estrategias” que nos permitan adaptarnos, aprender a vivir de manera adecuada ante cambios frenéticos. A veces, son tantos los cambios, que el ser humano escoge caminos que quizás no son los mejores para uno mismo.
Como profesional siempre intento explicar a mis pacientes la importancia de poder entender que vivimos ante una sociedad que intenta tratar el problema de una manera superficial, sin profundizar ni trabajar en aquello que realmente está causando nuestro malestar.
¿Que es una “sociedad sintomática”?
En sus inicios Sigmund Freud ya postulaba que la psique humana puede entenderse como una especie de iceberg. Si nos detenemos por unos instantes a imaginarnos este iceberg y lo comparamos a lo que somos nosotros podemos crear un ejemplo fácil de entender:
La punta del iceberg es la parte visible, la que podemos medir e inclusive esquivar. La punta del iceberg, correspondería a la parte sintomática de la enfermedad.
Ante una sensación de malestar, las personas acudimos a un especialista. Una vez en la consulta, le describimos aquello que nos duele, como nos duele, etc. Es decir, el síntoma. El especialista basándose en el protocolo clásico de la medicina hallará el diagnóstico que mejor se ajuste a los síntomas, recomendándonos el mejor tratamiento para poder aliviar el malestar.
Te invito a que te hagas la siguiente pregunta ¿es la medicina tradicional capaz de ir más allá de la sintomatología observable?
Evidentemente lo es, pero también es verdad que ir más allá implica cambiar ese “protocolo estándar” y ponerse unas “gafas nuevas” que permitan nuevos pasos: desafiantes e innovadores.
Cierto es que parte de la ciencia ya está trabajando en este nuevo paradigma, alejado del paradigma clásico que todos conocemos, para adentrarse a un nuevo “agujero negro” llamado “Teoría de la Complejidad” o inclusive conocido comúnmente como “efecto mariposa”.
Grandes pensadores del s. XVII-XVIII ya hablaban de la importancia de entender que el síntoma es sólo la manifestación de alguna disfunción más profunda.
De esta manera, si sólo tratamos la sintomatología, el malestar puede volver a aparecer en cualquier momento, mientras que si tratamos aquello que no se ve, la raíz verdadera del problema que grita su problema a través de los síntomas. Si trabajamos desde la base del “iceberg” la cura no será superficial o irreal, será profunda.
Como psicóloga quiero animar a todas las personas a que sean valientes, ya que ir al psicólogo o afrontar los problemas desde la esencia, muchas veces requiere un “alto grado de valentía”.
Busquen a profesionales que les ayuden a sumergirse y hacer frente a sus tinieblas más profundas, aquellos fantasmas que muchas veces interrumpen en nuestras vidas y no nos permiten llevar una vida plenamente satisfactoria.
Soy consciente que enfrentarse a los verdaderos problemas requiere de tiempo y valentía, pero también puedo afirmar que es el único tiempo y camino para una cura real y saludable, ya que como decía Miguel de Cervantes:
La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua Clic para tuitear