Cuando se pierde lo nunca tenido
“Nadie me dijo jamás que el duelo se siente como el miedo” C.S. Lewis
Cada poco tiempo, cada uno de nosotros experimenta pérdidas. Algunas objetivamente más dolorosas y otras menos, aunque para nosotros independientemente del tipo de pérdida objetiva, provoque un malestar intenso.
Os diría que evidentemente no es lo mismo el fallecimiento de un ser querido que la pérdida de un trabajo, relaciones de amistad, propiedades, etc. Pero en cada una de ellas, hay un factor que desgraciadamente los une: el duelo.
Sentir que hemos perdido algo, en cualquiera de sus formas, lleva consigo toda una cadena emocional de consecuencias. Esa cadena, nos lleva a pasar por un torbellino de emociones de las cuales no podemos huir.
Como persona y psicóloga, considero que evidentemente las pérdidas pueden tener diferente magnitud, pero sí a nosotros nos provocan dolor, es más que suficiente para activar nuestro proceso de duelo y a pesar del dolor, ir pudiendo elaborar la pérdida.
¿QUÉ ES LA PÉRDIDA?
Según diferentes versiones la palabra pérdida proviene del vocablo en latín “pedita” el concepto es empleado para nombrar la falta o ausencia de algo que se tenía.
¿ESTÁ MAL DEFINIDO SU CONCEPTO?
Permitidme mi escepticismo, ante esta definición, pero considero que no abarca todos los sentidos de la pérdida.
¿Por qué una pérdida es atribuible a algo que ya se tenía? ¿Qué pasa con los propósitos que no se cumplen, parejas que no llegan o incluso hijos que no se pueden tener?
LAS PÉRDIDAS DE LO QUE NUNCA HEMOS TENIDO
En artículos anteriores, os he hablado del duelo en el sentido objetivo: cuando perdemos a alguien a quien queremos, pero hoy me gustaría poder llegar a todas esas personas que están elaborando el duelo de pérdidas que nunca han tenido.
Cuando pierdas algo que hasta ahora tenías es realmente dolorosa, de las peores cosas que alguien puede experimentar, pero qué doloroso también puede ser aceptar una pérdida de algo que no llega.
Es curioso, los dos son pérdidas y suelen manifestarse de manera parecida, pero que diferente es la fuente que lo origina.
También es importante tener en cuenta, la parte social, desgraciadamente el apoyo y comprensión de tu dolor, no será el mismo ni será tratado igual por la gente que está a tu alrededor, ya que como hemos hablado anteriormente objetivamente no es lo mismo.
QUÉ HACER CUANDO PERDEMOS ALGO MUY ANSIADO
Desgraciadamente, cada uno de nosotros lleva su caja de pérdidas y lucha batallas diariamente para poder elaborar y sobrevivir a ese dolor.
Al ser un duelo será necesario atravesar las mismas etapas que cuando perdemos algo que sí teníamos:
- NEGACIÓN: A veces generamos un mecanismo de defensa para intentar evitar enfrentarnos a la realidad ya que el impacto es realmente difícil de afrontar.
- IRA: Se generan en nosotros sentimientos de rabia, resentimiento e impotencia ante la situación. Intentamos dar respuesta a preguntas imposibles y buscar culpables y responsabilidad por lo ocurrido.
- NEGOCIACIÓN: Fantaseamos con el hecho, de que a lo mejor puede ser reversible acompañado de pensamientos contrafactuales: y si….
- DEPRESIÓN: Emerge en nosotros un sentimiento de tristeza profunda y gran vacío, las cuales son propias del proceso y deben diferenciarse de una depresión clínica.
- ACEPTACIÓN: Aprender a convivir con el dolor emocional y progresivamente ir recuperando la capacidad de experimentar alegría y placer, aunque muchas veces, será de otra manera.
Como todos los procesos psicológicos estos a veces no se producen en cadena ni en este mismo orden. Pero sí que es cierto que, para una buena elaboración del duelo, uno debe no pasar por cada una de las etapas, al mismo tiempo que ir descubriendo y usando herramientas adecuadas para poder ir sobreviviendo y pronto volver a “vivir”. Si hay una cronificación en alguna de las etapas, es importante acudir a un especialista para que nos ayude a encontrar en nosotros mismos los recursos y herramientas para poder ir “ escalando” el duelo y que éste no se convierta en una psicopatología.
Solamente cada uno de nosotros, puede escuchar su corazón y sentir aquello que anhela, por lo que llora y exclama a gritos en su alma para que llegue. Sea lo que sea lo que te provoca ese vacío en tu corazón, no lo dejes ir… que se quede en tu memoria y en el infinito de tus recuerdos y mientras en el camino de la vida busca la manera para algún día poder encontrar y tener aquello tan anhelado.
Como muchas veces, he escrito en diferentes posts, desgraciadamente el tiempo no lo cura todo, pero sí que es cierto que el tiempo nos ayuda a procesar y elaborar nuestro duelo.
Nuestras herramientas, el apoyo social y el tiempo nos dará los recursos para “aprender” a seguir caminando, quizás por distintos senderos, quizás por diferentes amaneceres, quizás de diferente manera, pero caminando.
Como decía Francisco Morales Santos:
“Una tormenta que dura toda una semana. Una oscuridad constante: solo podemos leer entre relámpagos. Hemos de recordar e ir uniendo lo que leímos a relámpagos”